La compañía aeroespacial estadounidense Boeing anunció el viernes que planea eliminar 17.000 puestos de trabajo, o el 10% de su fuerza laboral mundial, ya que espera una pérdida significativa para el tercer trimestre después de una huelga de mecánicos en el área de Seattle.
Los trabajadores de Boeing afiliados a la Asociación Internacional de Maquinistas y Trabajadores Aeroespaciales dejaron sus trabajos el 13 de septiembre después de rechazar abrumadoramente una oferta de contrato. La huelga, en la que participaron 33.000 trabajadores, provocó la paralización de la producción de los aviones Boeing 737 MAX, 767 y 777.
El director ejecutivo, David Calhoun, dijo que la compañía necesitaba «realinear nuestra fuerza laboral para alinearla con nuestra realidad financiera», y agregó que los recortes «incluirán a ejecutivos, directores y empleados».
En una declaración separada, Boeing, que informó ganancias del tercer trimestre el 23 de octubre, dijo que ahora espera ingresos de 17.800 millones de dólares (16.300 millones de euros), una pérdida por acción de 9,97 dólares y un flujo de caja operativo negativo de 1.300 millones de dólares.
Retraso en la entrega del 777X
Calhoun también dijo que Boeing ha informado a los clientes que la compañía ahora espera entregar el primer 777X en 2026, en lugar de 2025. El retraso se debe a los desafíos que Boeing ha enfrentado en el desarrollo, así como a una suspensión temporal de las pruebas de vuelo y una huelga en curso.
Boeing ya ha enfrentado problemas de certificación para el 777X, lo que ha retrasado significativamente el lanzamiento del avión.
Llegar a un acuerdo para poner fin a la huelga es crucial para Boeing. La agencia de calificación Standard & Poor’s estima que la huelga le está costando a la compañía mil millones de dólares al mes y la pone en riesgo de perder su valiosa calificación crediticia de grado de inversión.
Incluso antes de que comenzara la huelga el 13 de septiembre, la compañía estaba quemando dinero mientras luchaba por recuperarse de la explosión de un panel en el aire en un nuevo avión en enero pasado, que expuso protocolos de seguridad débiles y llevó a los reguladores estadounidenses a frenar la producción.
dh/lo (AFP, Reuters)
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