Para un continente que se enorgullece de haber enterrado los fantasmas de Hitler, Mussolini y Franco, el regreso de la derecha como fuerza política supone un shock. Una encuesta de Politico sobre encuestas de opinión muestra que los grupos de extrema derecha están aumentando significativamente su proporción de los 720 escaños del Parlamento Europeo hasta 184, y los votantes de todo el bloque se están desplazando hacia la derecha.
Si bien es poco probable que los partidos de derecha de Europa se unan como un solo bloque, aumentar el apoyo a ellos -y normalizarlos como fuerzas políticas- aumentará la presión sobre los líderes europeos para que tomen medidas enérgicas contra la migración hacia el bloque, faciliten los planes para descarbonizar la economía y alienten inmigración. El apoyo de la Unión Europea a Ucrania puede disminuir.
Este ascenso se produce apenas cinco meses antes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, y se considera que el ascenso de la derecha allana el camino para un posible cambio en las relaciones transatlánticas. Si Trump es reelegido en noviembre, podría intentar cooperar con políticos europeos prorrusos como el primer ministro húngaro, Viktor Orban, para buscar un acuerdo de paz en Ucrania en términos desfavorables para Kiev.
Pero si bien la extrema derecha sin duda influirá en las decisiones políticas europeas, incluida la confrontación con rivales estratégicos como Rusia y China, Le Pen y los de su calaña todavía no son lo suficientemente poderosos para tomar decisiones en la UE. Ninguno de estos partidos busca abandonar el bloque, como lo hizo el Reino Unido en 2016 con su histórico voto Brexit.
Según las encuestas realizadas por Politico, los principales partidos pro-UE están en camino de mantener su mayoría en el Parlamento Europeo. Estos son los mismos partidos que han apoyado la agenda liberal de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante los últimos cinco años, votando por el paquete de cambio climático «Green Deal», la ayuda a Ucrania y la reforma de las normas de inmigración. Con toda probabilidad, garantizarán la continuidad de estas políticas.
Lo que probablemente cambie son las prioridades de la UE, ya que se espera que los próximos cinco años se centren menos en las políticas ambientales y más en la competitividad económica en medio de una creciente competencia con China y Estados Unidos, con énfasis en estrictos controles fronterizos.
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